sábado

Juan José Hernández Arregui

A propósito de unos párrafos de su libro
Imperialismo y Cultura
publicado en 1957


En 1930... Los escasos avisos clasificados de los diarios con ofrecimientos de empleos promovían caravanas de postulantes, en su mayoría hombres jóvenes(...) la delincuencia aumentó bruscamente(...) La ciudad se entristeció. Se tornó callada. (...) En los suburbios la miseria proletaria veía crecer en los baldíos a los réprobos de la calle (..) entre imprecaciones del padre borracho y de la madre ajada (...) las pandillas quemaban los días grises del pobrerío entre el pequeño hurto o la abierta delincuencia. En Puerto Nuevo funcionaba la olla popular para los desocupados. El sentimiento de derrota (...) Se sabía en silencio, con resignación o con rabia, que el país no pertenecía a los argentinos. (Era una ciudad sin patria. (...) La ilusión de hipódromo como un resarcimiento y el amorío con las criadas del suburbio arbolado y pensativo, llenaba la pobre vida de los porteños sin empleo cercados por una fatalidad exterior que les cerraba el camino de la existencia. En esa atmósfera creció nuestro sentimiento de inferioridad y la fama de nuestra tristeza. (...) ese mundo artificial de objetos importados recordaba a los argentinos una incapacidad y era como el producto de una ciencia imposible para el país agropecuario (....) El porteño descubre gradualmente que ha sido víctima de una falacia. Los supuestos en que habían crecido sus ilusiones eran idolatrías.La riqueza del país no era suya. Y en ese desencanto latía la sospecha de un dolo espiritual. Esa conciencia de embaucamiento nación con el dolor de las pequeñas miserias cotidianas. (...) La "viveza" del porteño de aquellos días es puro adiestramiento escéptico y vigilante frente a una vida que no se deja asir. La categoría de "vago" nace en esos años y es el resultado no de una cualidad innata, sino de la falta de trabajo, del fracaso de los más débiles que se convierte en pérfido acatamiento de la necesidad. (...) Se percibe el estado colectivo de desesperanza, de refugio en la propia individualidad exasperada, de escepticismo frente el país.

Juan José Hernández Arregui

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