sábado

Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares


Jorge Luis Borges & Adolfo Bioy Casares

Se me apareció y me dijo: "Viva como quiera. No haga méritos, porque a lo mejor el tiro le sale por la culata. Conformarlo, saber lo que le gusta, es una presuntuosa puerilidad. Sin amargura lo confieso: a Dios ni el Diablo lo entiende". Cuando partió me pregunté si en el otro mundo habrá alcanzado la sabiduría o si no había cambiado y era el mismo tonto de siempre.


El Falso Swedenborg
Ensueños
1873


Extraído de Camino de la perfección en el Libro del cielo y del infierno, Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares

(Posteado por R.S.B.)


viernes

Elis Regina


No tengo tiempo de desplegar otra bandera que no sea la de la comprensión, del encuentro y del entendimiento entre las personas...


Elis Regina

Marie Curie

Nada en la vida debe ser temido,
solamente comprendido.
Ahora es el momento
de comprender más
para temer menos.




miércoles

Italo Calvino

A propósito de
su novela
Si una noche de invierno un viajero
1983
Traducción de Esther Benítez


Lo que más me gustaría en el mundo es hacer girar los relojes al revés.


Estoy mirando desde afuera la vida de una noche cualquiera en una pequeña ciudad cualquiera, y me doy cuenta de que estoy al margen de las noches cualesquiera por quién sabe cuánto tiempo, y pienso en miles de ciudades como ésta, en cientos de miles de locales iluminados donde a esta hora la gente deja que descienda la oscuridad de la noche, y no tiene en la cabeza ninguno de los pensamientos que tengo yo, a lo mejor tendrá otros que no son nada envidiables, pero en este momento estaría dispuesto a cambiarme por cualquiera de ellos.


...todo mezclado en un único olor que es el de la espera, el olor de las cabinas telefónicas cuando sólo queda recuperar las fichas, porque el número llamado no da señales de vida.


Yo soy el hombre que va y viene entre el bar y la cabina telefónica.


...la dimensión del tiempo se ha hecho pedazos, no podemos vivir o pensar sino fragmento de metralla del tiempo que se alejan cada cual de acuerdo a su trayectoria y al punto desaparecen.


...los Libros Leídos Hace Tanto Tiempo Que Sería Hora de Releerlos y los Libros Que Has Fingido Siempre Haber Leído Mientras Que Ya Sería Hora De Que Te Decidieses A Leerlos De Veras.


Tú sabes que lo mejor que uno puede esperar es evitar lo peor.



Italo Calvino



La selección es cortesía de Ricardo.

Eugène Ionesco

Se puede demostrar que el progreso social está mucho mejor con azúcar.


Eugène Ionesco

La cantante calva, 1954


domingo

Frank Sinatra

Frank Sinatra


Virginia Woolf

El cuarteto de cuerdas


Bueno, aquí estamos, y si lanzas una ojeada a la estancia, advertirás que el ferrocarril subterráneo y los tranvías y los autobuses, y no pocos automóviles privados, e, incluso me atrevería a decir, landos con caballos bayos, han estado trabajando para esta reunión, trazando líneas de un extremo de Londres al otro. Sin embargo, comienzo a albergar dudas...

Sobre si es verdad, tal como dicen, que la Calle Regent está floreciente, y que el Tratado se ha firmado, y que el tiempo no es frío si tenemos en cuenta la estación, e incluso que a este precio ya no se consiguen departamentos, y que el peor momento de la gripe ha pasado; si pienso en que he olvidado escribir con referencia a la gotera de la despensa, y que me dejé un guante en el tren; si los vínculos de sangre me obligan, inclinándome al frente, a aceptar cordialmente la mano que quizá me ofrecen dubitativamente...

-¡Siete años sin vernos!


-La última vez fue en Venecia.


-¿Y dónde vives ahora?

 -Bueno, es verdad que prefiero que sea a última hora de la tarde, si no es pedir demasiado...

-¡Pero yo te he reconocido al instante!

-La guerra representó una interrupción...

Si la mente está siendo atravesada por semejantes dardos, y debido a que la sociedad humana así lo impone, tan pronto uno de ellos ha sido lanzado, ya hay otro en camino; si esto engendra calor, y además han encendido la luz eléctrica; si decir una cosa deja detrás, en tantos casos, la necesidad de mejorar y revisar, provocando además arrepentimientos, placeres, vanidades y deseos; si todos los hechos a que me he referido, y los sombreros, y las pieles sobre los hombros, y los fracs de los caballeros, y las agujas de corbata con perla, es lo que surge a la superficie, ¿qué posibilidades tenemos?

¿De qué? Cada minuto se hace más difícil decir por qué, a pesar de todo, estoy sentada aquí creyendo que no puedo decir qué, y ni siquiera recordar la última vez que ocurrió.

-¿Viste la procesión?

-El rey me pareció frío.

-No, no, no. Pero, ¿qué decías?

-Que ha comprado una casa en Malmesbury.

-¡Vaya suerte encontrarla!

Contrariamente, tengo la fuerte impresión de que esa mujer, sea quien fuere, ha tenido muy mala suerte, ya que todo es cuestión de departamentos y de sombreros y de gaviotas, o así parece ser, para este centenar de personas aquí sentadas, bien vestidas, encerradas entre paredes, con pieles, repletas, y conste que de nada puedo alardear por cuanto también yo estoy pasivamente sentada en una dorada silla, limitándome a dar vueltas y revueltas a un recuerdo enterrado, tal como todos hacemos, por cuanto hay indicios, si no me equivoco, de que todos estamos recordando algo, buscando algo furtivamente. ¿Por qué inquietarse? ¿Por qué tanta ansiedad acerca de la parte de los mantos correspondiente al asiento; y de los guantes, si abrochar o desabrochar? Y mira ahora esa anciana cara, sobre el fondo del oscuro lienzo, hace un momento cortés y sonrosada; ahora taciturna y triste, cual ensombrecida. ¿Ha sido el sonido del segundo violín, siendo afinado en la antesala? Ahí vienen. Cuatro negras figuras, con sus instrumentos, y se sientan de cara a los blancos rectángulos bajo el chorro de luz; sitúan los extremos de sus arcos sobre el atril; con un simultáneo movimiento los levantan; los colocan suavemente en posición, y, mirando al intérprete situado ante él, el primer violín cuenta uno, dos, tres... ¡Floreo, fuente, florecer, estallido! El peral en lo alto de la montaña. Chorros de fuente; gotas descienden. Pero las aguas del Ródano se deslizan rápidas y hondas, corren bajo los arcos, y arrastran las hojas caídas al agua, llevándose las sombras sobre el pez de plata, el pez moteado es arrastrado hacia abajo por las veloces aguas, y ahora impulsado en este remanso donde -es difícil esto- se aglomeran los peces, todos en un remanso; saltando, salpicando, arañando con sus agudas aletas; y tal es el hervor de la corriente que los amarillos guijarros se revuelven y dan vueltas, vueltas, vueltas, vueltas -ahora liberados-, y van veloces corriente abajo e incluso, sin que se sepa cómo, ascienden formando exquisitas espirales en el aire; se curvan como delgadas cortezas bajo la copa de un plátano; y suben, suben... ¡Cuán bella es la bondad de aquellos que, con paso leve, pasan sonriendo por el mundo! ¡Y también en las viejas pescaderas alegres, en cuclillas bajo arcos, viejas obscenas, que ríen tan profundamente y se estremecen y balancean, al andar, de un lado para otro, ju, ja!

-Mozart de los primeros tiempos, claro está...

-Pero la melodía, como todas estas melodías, produce desesperación, quiero decir esperanza. ¿Qué quiero decir? ¡Esto es lo peor de la música! Quiero bailar, reír, comer pasteles de color de rosa, beber vino leve y con mordiente. O, ahora, un cuento indecente... me gustaría. A medida que una entra en años, le gusta más la indecencia. ¡Ja, ja! Me río. ¿De qué? No has dicho nada, ni tampoco el anciano caballero de enfrente. Pero supongamos, supongamos... ¡Silencio!

El melancólico río nos arrastra. Cuando la luna sale por entre las lánguidas ramas del sauce, veo tu cara, oigo tu voz, y el canto del pájaro cuando pasamos junto al mimbral. ¿Qué murmuras? Pena, pena. Alegría, alegría. Entretejidos, como juncos a la luz de la luna. Entretejidos, sin que se puedan destejer, entremezclados, atados con el dolor, liados con la pena, ¡choque!

La barca se hunde. Alzándose, las figuras ascienden, pero ahora, delgadas como hojas, afilándose hasta convertirse en un tenebroso espectro que, coronado de fuego, extrae de mi corazón sus mellizas pasiones. Para mí canta, abre mi pena, ablanda la compasión, inunda de amor el mundo sin sol, y tampoco, al cesar, cede en ternura, sino que hábil y sutilmente va tejiendo y destejiendo, hasta que en esta estructura, esta consumación, las grietas se unen; ascienden, sollozan, se hunden para descansar, la pena y la alegría.

¿Por qué apenarse? ¿Qué quieres? ¿Sigues insatisfecha? Diría que todo ha quedado en reposo. Sí, ha sido dejado en descanso bajo un cobertor de pétalos de rosa que caen. Caen. Pero, ah, se detienen. Un pétalo de rosa que cae desde una enorme altura, como un diminuto paracaídas arrojado desde un globo invisible, da la vuelta sobre sí mismo, se estremece, vacila. No llegará hasta nosotros.

-No, no, no he notado nada. Esto es lo peor de la música, esos tontos ensueños. ¿Decías que el segundo violín se ha retrasado?

Ahí va la vieja señora Munro, saliendo a tientas. Cada día está más ciega, la pobre. Y con este suelo resbaladizo.

Ciega ancianidad, esfinge de gris cabeza... Ahí está, en la acera, haciendo señas, tan severamente, al autobús rojo.

-¡Delicioso! ¡Pero qué bien tocan! ¡Qué - qué - qué!

La lengua no es más que un badajo. La mismísima simplicidad. Las plumas del sombrero contiguo son luminosas y agradables, como una matraca infantil. La hoja del plátano destella en verde por la rendija de la cortina. Muy extraño, muy excitante.

-¡Qué - qué - qué! ¡Silencio!

Estos son los enamorados sobre el césped.

-Señora, si me permite que coja su mano...

-Señor, hasta mi corazón le confiaría. Además hemos dejado los cuerpos en la sala del banquete. Y eso que está sobre el césped son las sombras de nuestras almas.

-Entonces, esto son abrazos de nuestras almas.

Los limoneros se mueven dando su asentimiento. El cisne se aparta de la orilla y flota ensoñado hasta el centro de la corriente.

-Pero, volviendo a lo que hablábamos. El hombre me siguió por el pasillo y, al llegar al recodo, me pisó los encajes del viso. ¿Y qué otra cosa podía hacer sino gritar ¡Ah!, pararme y señalar con el dedo? Y entonces desenvainó la espada, la esgrimió como si con ella diera muerte a alguien, y gritó: ¡Loco! ¡Loco! ¡Loco! Ante lo cual yo grité, y el príncipe, que estaba escribiendo en el gran libro de pergamino, junto a la ventana del mirador, salió con su capelo de terciopelo y sus zapatillas de piel, arrancó un estoque de la pared -regalo del rey de España, ¿sabe?-, ante lo cual yo escapé, echándome encima esta capa para ocultar los destrozos de mi falda, para ocultar... ¡Escuche! ¡Las trompas!

El caballero contesta tan aprisa a la dama, y la dama sube la escalinata con tal ingenioso intercambio de cumplidos que ahora culminan con un sollozo de pasión, que no cabe comprender las palabras a pesar de que su significado es muy claro -amor, risa, huida, persecución, celestial dicha-, todo ello surgido, como flotando, de las más alegres ondulaciones de tierno cariño, hasta que el sonido de las trompas de plata, al principio muy a lo lejos, se hace gradualmente más y más claro, como si senescales saludaran al alba o anunciaran temiblemente la huida de los enamorados... El verde jardín, el lago iluminado por la luna, los limoneros, los enamorados y los peces se disuelven en el cielo opalino, a través del cual, mientras a las trompas se unen las trompetas, y los clarines les dan apoyo, se alzan blancos arcos firmemente asentados en columnas de mármol... Marcha y trompeteo. Metálico clamor y clamoreo. Firme asentamiento. Rápidos cimientos. Desfile de miríadas. La confusión y el caos bajan a la tierra. Pero esta ciudad hacia la que viajamos carece de piedra y carece de mármol, pende eternamente, se alza inconmovible, y tampoco hay rostro, y tampoco hay bandera, que reciba o dé la bienvenida. Deja pues que tu esperanza perezca; abandono en el desierto mi alegría; avancemos desnudos. Desnudas están las columnatas, a todos ajenas, sin proyectar sombras, resplandecientes, severas. Y entonces me vuelvo atrás, perdido el interés, deseando tan sólo irme, encontrar la calle, fijarme en los edificios, saludar a la vendedora de manzanas, decir a la doncella que me abre la puerta: Noche estrellada.

-Buenas noches, buenas noches. ¿Va en esta dirección?

-Lo siento, voy en la otra.


El texto es cortesía de Anna Feuerberg































Virginia Woolf

viernes

Astor Piazzolla







Julio Cortázar

Grageas de Rayuela I

A pedido y dedicadas a


"¿quién está dispuesto a desplazarse, a desaforarse, a descentrarse, a descubrirse?"


"Estar vivo parece siempre el precio de algo. Y vos no querés pagar nada"



"paravisiones (...)

una aptitud instantánea para salirme, para de pronto desde fuera aprehenderme, o de dentro pero en otro plano,
como si yo fuera quien está mirando
(mejor todavía -porque en realidad no me veo.: como alguien que me está viviendo)."


"En una palabra, le revienta la circunstancia."



"Cómo se repiten los juegos. Calzamos en moldes más que usados, aprendemos como idiotas cada papel más que sabido"



"Vos pensás demasiado antes de hacer nada."



"sabiendo como siempre que me costaba mucho menos pensar que ser"



"Temblando de no ser capaz de acordarme, atacado por la polilla que propone la prórroga, imbécil a fuerza de besar el tiempo"



"un rumbo cualquiera que los afirmara en ese encuentro después de tanto tiempo"



"abrirse a la cristalización del deseo"



"Sólo viviendo absurdamente se podría romper alguna vez este absurdo infinito"


Julio Cortázar

jueves

Francisco M. Ortega Palomares

Cortesía de:
ilustraciones manuales de walter conejo


 
UN VIEJO BODEGÓN

Un viejo bodegón abandonado en la basura
de escasa calidad y tosca técnica,
alguien lo repudió para que sea
pasto del reciclaje y comience otro ciclo.

Y de repente siento un pellizco dentro
y me lleno de inquietud
al preguntarme dónde quedó
el esfuerzo del artista aficionado,
su obstinación por controlar la técnica
sus horas de impaciencia
el ánimo en cada pincelada.
Dónde su amor por culminar la obra.

Y la pregunta viene a mí
como un perro a su amo:
qué fue de los besos entregados
que el tiempo borra
como el viento las huellas en la arena.
Qué del empuje y la pasión
que ardió en tantos cuerpos
ahora habitados de olvido.
Cuánto pesaron todos los sueños
soñados en la Tierra.
Dónde la pena que la gente oculta
cuando camina por las calles.

Un día cuando el ala mortal roce mi pecho
y me cunda una tristeza como de lavar platos
preguntaré dónde está todo lo que ha sido
adónde queda.
 
Francisco M. Ortega Palomares
Cortesía de Las leyes físicas


miércoles

León Felipe & Paco Ibáñez

León Felipe 
en la mirada de
Juan Larrea


Susan Sontag

Susan Sontag


Más prometedor que su conexión con la latencia es el potencial del sida como metáfora de la contaminación y la mutación. La metáfora del cáncer sigue siendo habitual para lo temible y deplorable si bien hoy la enfermedad inspira menos miedo que antes. Si un día se echa mano del sida para tal uso, será porque el sida no sólo es invasor (rasgo que comparte con el cáncer) e infeccioso, sino por la específica imaginería que rodea a los virus.
La virología proporciona un nuevo conjunto de metáforas médicas independientes del sida. Muchos años antes del sida, William Burroughs hizo la siguiente declaración oracular, de la que Laurie Anderson se hizo eco: "El lenguaje es un virus".
Y la explicación viral se invoca cada vez con mayor frecuencia.  Hasta hace poco la mayoría de las infecciones reconocidas como virales eran las que tenían efectos muy rápidos como la rabia y la gripe. Pero la categoría de infecciones virales de proceso lento está creciendo. Hoy en día se sospecha que muchas afecciones progresivas y casi siempre mortales del sistema nervioso central y algunas enfermedades degenerativas del cerebro que pueden manifestarse en edad avanzada, así como las llamadas enfermedades autoinmunológicas, en realidad son enfermedades virales lentas. (Y siguen acumulándose pruebas de que por lo menos ciertos cánceres humanos son de origen viral.) 
La idea de una conspiración se traduce muy bien en metáforas de virus implacables, incidiosos e infinitamente pacientes. Al contrario de las bacterias, que son organismos relativamente complejos, se describe al virus como una forma extremadamente primitiva de vida. Al mismo tiempo, su actividad es mucho más compleja que la que se suponía en los anteriores modelos bactéricos de las infecciones. 
Los virus no son sencillamente agentes de infección de contaminación. Transportan "información" genética, transforman las células. Y ellos mismos, en muchos casos, evolucionan. Mientras que el virus de la viruela parece permanecer constante a lo largo de los siglos, los de la gripe evolucionan tan rápidamente que hay que modificar las vacunas cada año para estar al día con los cambios de "coraza superficial" del virus. 
El virus o, más precisamente, los virus que se supone causan el sida mutan por lo menos tanto como los virus de la gripe. De hecho, virus se ha vuelto sinónimo de cambio. 
Linda Ronstadt, al explicar hace poco por qué prefiere hacer música folk mexicana que rock'n'roll, señaló: "La única tradición propia de la música contemporánea es el cambio. Tienes que mutar, como un virus".

El sida y sus metáforas, VI (fragmento), 1988
Susan sontag


Virus del sida


Lucrecio



No todos los órganos, compréndeme,
Tienen la misma importancia,
Ni depende por igual la salud de todos ellos.
Pero hay algunos, la respiración,
La cálida vitalidad, que nos tienen vivos;
Que cuando faltan quedamos moribundos.
Mente y espíritu son así partes del hombre:
Que los músicos retengan la palabra
Que les legó Helicón -o quizás
En otra parte la encontraron y aplicaron
A lo que en su oficio nombre no tenía
Me refiero a la armonía. Sea lo que sea
Devolvámosla a los músicos.


De Rerum Natura, III, 124-135
Titus Lucretius Carus
Lucrecio


martes

Manuel Vázquez Montalbán

 el autor durante su infancia

"-En esta época llegaba del colegio todavía con horas de luz por delante y mi madre me dejaba bajar a la calle, poco rato, era la posguerra en Barcelona y circulaban leyendas sobre hombres vampiros tuberculosos que les chupaban la sangre a los niños. Una mañana mi madre me dio un pedazo de pan que parecía recién hecho o quizá lo imagino recién hecho y un puñado de aceitunas negras, muy sabrosas, de esas aceitunas arrugadas que se llaman de Aragón. Recuerdo aquellos sabores, la alegría de mi libertad en la calle. La mirada protectora de mi madre. Si pudiera volver a aquella mañana. Ésa sería mi verdadera patria. Mi Rosebud. ¿Recordáis Ciudadano Kane?"

Manuel Vázquez Montalbán

(Fragmento de su novela Quinteto de Buenos Aires)


sábado

Gonzalo Torrente Ballester

Gonzalo Torrente Ballester


Todo el que necesita del juicio del otro
es porque lo considera superior.




José Donoso

José Donoso


miércoles

Felix Grande

Elogio de lo irreparable



Sé involuntaria. Sé febril. Olvida
sobre la cama hasta tu propio idioma.
No pidas. No preguntes. Arrebata y exige.
Sé una perra. Sé una alimaña.
Resuella busca, abraza brama gime.
Atérrate, mete la mano en el abismo.
Remueve tu deseo como una herida fresca.
Piensa o musita o grita "¡Venganza!"
Sé una perdida, mi amor, una perdida.

En el amor no existe
lo verdadero sin lo irreparable.



Félix Grande

 

martes

Juan Ramón Jiménez

Dorothy Parker


Los ríos empapan.
La altura da vértigos.
Las sogas sofocan.
Las navajas salpican.
El gas apesta.
El veneno da náuseas.
Las pistolas aturden.

Mejor vivir.


Dorothy Parker



lunes

Michelangelo Buonarroti


"...dove vai, sempre sou teco, 
-ti troverei, quand'io fossi beu cieco" 
 
"... donde vayas, siempre voy contigo, 
-incluso ciego sabría encontrarte"


 Michelangelo Buonarroti



Moisés
Michelangelo Buonarroti



 

Platón

Los espíritus vulgares
no tienen destino.

Platón



Armando Tejada Gómez

Casa de mi abuela

Uno vuelve siempre
a los viejos sitios
donde amó la vida...


Armando Tejada Gómez

Fragmento de la Canción de las simples cosas, letra de Armando Tejada Gómez, música: César Isella.

A continuación interpretada, en su versión completa, por Mercedes Sosa:

sábado

Juan José Sebreli

Plaza Constitución
Ciudad de Buenos Aires


Hoy es difícil encontrar en Constitución esos espacios donde la gente iba a distenderse, a encontrarse con alguien, a dejar correr el tiempo mirando a los desconocidos. La calle y los sitios públicos son ahora tierra de nadie, "no lugares" como los llamó Marc Augé. 


Estación Constitución
Terminal del Ferrocarril General Roca


La estación que fue el ágora o catedral de la ciudad moderna, a cuyo alrededor giraba todo el barrio, donde todas las clases sociales se juntaban, está tugurizada.


Mercado del Sur


Fue derruido el antiguo Mercado del Sur, con su laberinto de callejas que confluían en un palco con una banda que tocaba valses.


Avenida 9 de Julio


El ensanche de la avenida 9 de Julio destruyó una vereda de la calle Lima y así cerraron las sederías de sefardíes y sirio-libaneses -llamados "los turcos" en el habla popular- cuando todavía convivían pacíficamente. Mi madre y mis tías, clientas habituales de El Imán de Salomón Salmún, eran atendidas como visitas por el turco Elías, quien exhibía moaré, organzas o sedas, estrujándolos con los dedos para mostrar la buena calidad, llegando con la pieza a la vereda para comprobar el color.




Se desvaneció también con la apertura de la avenida 9 de Julio la calle comercial Bernardo de Irigoyen y con ella desaparecieron cinco salas de cine, la confitería "para familias" Los Leones; el café Los 36, frecuentado por varones, con billares y palco para orquesta, sustituida luego por la vitrolera. Borges y Estela Canto descansaban de sus caminatas por el barrio en el restaurante del hotel Larre. En la fonda de Calori -calle Brasil-, almorzaban trabajadores sin familia, quienes volvían por la tarde a jugar a los naipes acompañándose con una copa de vino.



Jorge Luis Borges y Estela Canto


Lugar de paso para la gente que viajaba a Adrogué y otros pueblos residenciales del sur fue la Guillermina, típica cervecería alemana inaugurada en 1919, con la severa madera de sus mesas y sus águilas germánicas grabadas en bandejas y vasos. El Gazzolo, en la esquina de Brasil y Salta, era una mezcla policroma de almacén de ultramarinos, rotisería, cervecería y café, donde mi padre o mi tío me llevaban a la hora del "vermouth". El paso del tiempo me devolverís los viejos olores y sabores del Gazzolo, a la vez que descubría, durante la juventud, la turbulencia de un denso ambiente nocturno que mis ojos de niño no hubiesen podido vislumbrar.


Cartilla de la cervecería Munich de Constitución


A principios de siglo, cuando la estación era un punto clave de la ciudad, el barrio había tenido expectativas de convertirse en zona residencial; pero de esas ilusiones no cumplidas quedaban algunos rastros.


Estación del Sud
Plaza Constitución
1895


El ampuloso teatro Variedades, como la ópera de Manaos, era el testimonio de ese efímero apogeo. Lo conocí ya convertido en decaída sala de suburbio; allí vi a cómicos famosos como los hermanos César y Pepe Ratti y Tomás Simari, y a compañías de teleteatro como la de Mecha Caus, figura legendaria en ese género.


Teatro Variedades
Calle Lima 1619


Los palacetes de falso Renacimiento, francés o tudor -construidos por pequeños estancieros del sur de la provincia-, frente a la plaza o en la avenida Caseros, con sus pretensiones de ser la avenida Alvear del sur, se transformaron, con el tiempo, en truculentas pensiones.


Avenida Caseros


En las primeras casas de pisos -años diez y veinte-, estilo beaux arts, sus mansardas y cúpulas se yerguen majestuosas e indiferentes a su decadencia actual, como ancianas damas que conservan rastros de la belleza de antaño.


Juan José Sebreli


Fragmento de "Viejo barrio" de su libro El tiempo de una vida.