sábado

Juan José Sebreli

Plaza Constitución
Ciudad de Buenos Aires


Hoy es difícil encontrar en Constitución esos espacios donde la gente iba a distenderse, a encontrarse con alguien, a dejar correr el tiempo mirando a los desconocidos. La calle y los sitios públicos son ahora tierra de nadie, "no lugares" como los llamó Marc Augé. 


Estación Constitución
Terminal del Ferrocarril General Roca


La estación que fue el ágora o catedral de la ciudad moderna, a cuyo alrededor giraba todo el barrio, donde todas las clases sociales se juntaban, está tugurizada.


Mercado del Sur


Fue derruido el antiguo Mercado del Sur, con su laberinto de callejas que confluían en un palco con una banda que tocaba valses.


Avenida 9 de Julio


El ensanche de la avenida 9 de Julio destruyó una vereda de la calle Lima y así cerraron las sederías de sefardíes y sirio-libaneses -llamados "los turcos" en el habla popular- cuando todavía convivían pacíficamente. Mi madre y mis tías, clientas habituales de El Imán de Salomón Salmún, eran atendidas como visitas por el turco Elías, quien exhibía moaré, organzas o sedas, estrujándolos con los dedos para mostrar la buena calidad, llegando con la pieza a la vereda para comprobar el color.




Se desvaneció también con la apertura de la avenida 9 de Julio la calle comercial Bernardo de Irigoyen y con ella desaparecieron cinco salas de cine, la confitería "para familias" Los Leones; el café Los 36, frecuentado por varones, con billares y palco para orquesta, sustituida luego por la vitrolera. Borges y Estela Canto descansaban de sus caminatas por el barrio en el restaurante del hotel Larre. En la fonda de Calori -calle Brasil-, almorzaban trabajadores sin familia, quienes volvían por la tarde a jugar a los naipes acompañándose con una copa de vino.



Jorge Luis Borges y Estela Canto


Lugar de paso para la gente que viajaba a Adrogué y otros pueblos residenciales del sur fue la Guillermina, típica cervecería alemana inaugurada en 1919, con la severa madera de sus mesas y sus águilas germánicas grabadas en bandejas y vasos. El Gazzolo, en la esquina de Brasil y Salta, era una mezcla policroma de almacén de ultramarinos, rotisería, cervecería y café, donde mi padre o mi tío me llevaban a la hora del "vermouth". El paso del tiempo me devolverís los viejos olores y sabores del Gazzolo, a la vez que descubría, durante la juventud, la turbulencia de un denso ambiente nocturno que mis ojos de niño no hubiesen podido vislumbrar.


Cartilla de la cervecería Munich de Constitución


A principios de siglo, cuando la estación era un punto clave de la ciudad, el barrio había tenido expectativas de convertirse en zona residencial; pero de esas ilusiones no cumplidas quedaban algunos rastros.


Estación del Sud
Plaza Constitución
1895


El ampuloso teatro Variedades, como la ópera de Manaos, era el testimonio de ese efímero apogeo. Lo conocí ya convertido en decaída sala de suburbio; allí vi a cómicos famosos como los hermanos César y Pepe Ratti y Tomás Simari, y a compañías de teleteatro como la de Mecha Caus, figura legendaria en ese género.


Teatro Variedades
Calle Lima 1619


Los palacetes de falso Renacimiento, francés o tudor -construidos por pequeños estancieros del sur de la provincia-, frente a la plaza o en la avenida Caseros, con sus pretensiones de ser la avenida Alvear del sur, se transformaron, con el tiempo, en truculentas pensiones.


Avenida Caseros


En las primeras casas de pisos -años diez y veinte-, estilo beaux arts, sus mansardas y cúpulas se yerguen majestuosas e indiferentes a su decadencia actual, como ancianas damas que conservan rastros de la belleza de antaño.


Juan José Sebreli


Fragmento de "Viejo barrio" de su libro El tiempo de una vida.


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