sábado

Eduardo Galeano


Los nadies

Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.

Que no profesan religiones sino supersticiones.
Que no hacen arte sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Eduardo Galeano

León Felipe

A propósito de un poema
de su libro
Antología Rota
que me regaló Adolfo Fernández
cuando tenía quince años


La insignia (1937)

¿Habéis hablado ya todos?
¿Habéis hablado ya todos los españoles?
Ha hablado el gran responsable revolucionario,
y los pequeños responsables;
ha hablado el alto comisario,
y los comisarios subalternos;
han hablado los partidos políticos,
han hablado los gremios,
los Comités,
y los Sindicatos,
han hablado los obreros y los campesinos;
han hablado los menestrales:

ha hablado el peluquero,
el mozo de café
y el limpiabotas.
Y han hablado los eternos demagogos también.
Han hablado todos.
Creo que han hablado todos.
¿Falta alguno?
¿Hay algún español que no haya pronunciado su palabra?...
¿Nadie responde?... (Silencio). Entonces falto yo sólo.
Porque el poeta no ha hablado todavía.
¿Quién ha dicho que ya no hay poetas en el mundo?
¿Quién ha dicho que ya no hay profetas?
Un día, los reyes y los pueblos,
para olvidar su destino fatal y dramático
y para poder suplantar el sacrificio con el cinismo y con la pirueta,
substituyeron al profeta por el bufón.
Pero el profeta no es más que la voz vernácula de un pueblo,
la voz legítima de su Historia,
el grito de la tierra primera que se levanta en el barullo del mercado, sobre el vocerío
de los traficantes.
Nada de orgullos
Ni jerarquías divinas ni genealogías eclesiásticas.
La voz de los profetas -recordadla-
Es la que tiene más sabor de barro.
De barro,
del barro que ha hecho al árbol -al naranjo y al pino-
del barrio que ha formado
nuestro cuerpo también.
Yo no soy más que una voz -la tuya, la de todos-
la más genuina,
la más general,
la más aborigen ahora,
la más antigua de esta tierra.
La voz de España que hoy se articula en mi garganta, como pudo articularse en otra
cualquiera.
Mi voz no es más que la onda de la tierra,
de nuestra tierra,
que me coge a mí hoy como una antena propicia.
Escuchad,
escuchad, españoles revolucionarios,
escuchad de rodillas.
No os arrodilléis ante nadie.
Os arrodilláis ante vosotros mismos,
ante vuestra misma voz,
ante vuestra misma voz que casi habíais olvidado.
De rodillas. Escuchad.
Españoles,
españoles revolucionarios,
españoles de la España legítima,
que lleva en sus manos el mensaje genuino de la raza para colocarlo humildemente
en el cuadro armonioso de la Historia Universal de mañana,
y junto al es fuerzo generoso de todos los pueblos del mundo...
escuchad:
Ahí están -miradlos-
ahí están, los conocéis bien.
Andan por toda Valencia,
están en la retaguardia de Madrid
y en la retaguardia de Barcelona también.
Están en todas las retaguardias.
Son los Comités,
los partidillos,
las banderías,
los Sindicatos,
los guerrilleros criminales de la retaguardia ciudadana.
Ahí los tenéis.
Abrazados a su botín reciente,
guardándole,
defendiéndole,
con una avaricia que no tuvo nunca el más degradado burgués.
¡A su botín!
¡Abrazados a su botín!
Porque no tenéis más que botín.
No le llaméis ni incautación siquiera.
El botín se hace derecho legítimo cuando está sellado por una victoria última y heroica.
Se va de lo doméstico a lo histórico,
y de lo histórico a lo épico.
Este ha sido siempre el orden que ha llevado la conducta del español en la Historia,
en el ágora
y hasta en sus transacciones,
que por eso se ha dicho siempre que el español no aprende nunca bien el oficio de mercader.
Pero ahora,
en esta revolución,
el orden se ha invertido.
Habéis empezado por lo épico,
habéis pasado por lo histórico
y ahora aquí,
en la retaguardia de Valencia,
frente a todas las derrotas,
os habéis parado en la domesticidad.
Y aquí estáis anclados,
Sindicalistas,
Comunistas,
Anarquistas,
Socialistas,
Trotskistas,
Republicanos de Izquierda...
Aquí estáis anclados,
custodiando la rapiña,
para que no se la lleve vuestro hermano.
La curva histórica del aristócrata, desde su origen popular y heroico hasta su última
degeneración actual, cubre en España más de tres siglos.
La del burgués, setenta años.
Y la vuestra, tres semanas.
¿Dónde está el hombre?
¿Dónde está el español?
Que no he de ir a buscarle al otro lado.
El otro lado es la tierra maldita, la España maldita de Caín, aunque la haya bendecido el Papa.
Si el español está en algún sitio, ha de ser aquí.
Pero, ¿dónde, dónde?...
Porque vosotros os habéis parado ya
y no hacéis más que enarbolar todos los días nuevas banderas con las camisas rotas
y con los trapos sucios de la cocina.
Y si entrasen los fascistas en Valencia mañana, os encontrarían a todos haciendo
guardia ante las cajas de caudales.
Esto no es derrotismo, como decís vosotros.
Yo sé que mi línea no se quiebra,
que no la quiebran los hombres,
y que tengo que llegar hasta Dios para darle cuenta de algo que puso en mis manos
cuando nació la primera substancia española.
Esto es lógica inexorable.
Vencen y han vencido siempre en la Historia inmediata, el pueblo y el ejército que
han tenido un punto de convergencia, aunque este punto sea tan endeble y
tan absurdo como una medalla de aluminio bendecida por un cura sanguinario.
Es la insignia de los fascistas.
Esta medalla es la insignia de los fascistas.
Una medalla ensangrentada de la Virgen.
Muy poca cosa.
Pero, ¿qué tenéis vosotros ahora que os una más?
Pueblo español revolucionario,
¡estás solo!
¡Solo!
Sin un hombre y sin un símbolo.
Sin un emblema místico donde se condense el sacrificio y la disciplina.
Sin un emblema solo donde se hagan bloque macizo y único todos tus esfuerzos y
todos tus sueños de redención.
Tus insignias,
tus insignias plurales y enemigas a veces, se las compras en el mercado caprichosamente
al primer chamarilero de la Plaza de Castelar,
de la Puerta del Sol
o de las Ramblas de Barcelona.
Has agotado ya en mil combinaciones egoístas y heterodoxas todas las letras del alfabeto.
Y has puesto de mil maneras diferentes, en la gorra y en la zamarra
el rojo
y el negro,
la hoz,
el martillo
y la estrella.
Pero aún no tienes una estrella SOLA,
Después de haber escupido y apagado la de Belem.
Españoles,
españoles que vivís el momento más trágico de toda nuestra Historia,
¡estáis solos!
¡Solos!
El mundo,
todo el mundo es nuestro enemigo, y la mitad de nuestra sangre -la sangre podrida
y bastarda de Caín- se ha vuelto contra nosotros también.
¡Hay que encender una estrella!
¡Una sola, sí!
Hay que levantar una bandera.
¡Una sola, sí!
Y hay que quemar las naves.
De aquí no se va más que a la muerte o a la victoria.
Todo me hace pensar que a la muerte.
No porque nadie me defiende
sino porque nadie me entiende.
Nadie entiende en el mundo la palabra "justicia". Ni vosotros siquiera.
Y mi misión era estamparla en la frente del hombre
y clavarla después en la Tierra
como el estandarte de la última victoria.
Nadie me entiende.
Y habrá que irse a otro planeta
con esta mercancía inútil aquí,
con esta mercancía ibérica y quijotesca.
¡Vamos a la muerte!
Sin embargo,
aún no hemos perdido aquí la última batalla,
la que se gana siempre pensando que ya no hay más salida que la muerte.
¡Vamos a la muerte!
Este es nuestro lema.
Que se despierte Valencia y que se ponga la mortaja.
¡Gritad,
gritad todos.
Tú, el pregonero y el speaker,
echad bandos,
encended las esquinas con letras rojas
que anuncien esta sola proclama:
¡Vamos a la muerte!
Que lo oigan todos. Todos.
Los que trafican con el silencio
Y los que trafican con las insignias.
Chamarileros de la Plaza de Castelar,
chamarileros de la Puerta del Sol,
chamarileros de las Ramblas de Barcelona
destrozad,
quemad vuestra mercancía.
Ya no hay insignias domésticas,
ya no hay insignias de latón.
Ni para los gorros
ni para las zamarras.
Ya no hay cédulas de identificación.
Ya no hay más cartas legalizadas
ni por los Comités
ni por los Sindicatos.
¡Que les quiten a todos los carnets!
Ya no hay más que un problema.
Ya no hay más que una estrella,
Una sola, SOLA, y ROJA, sí,
pero de sangre y en la frente,
que todo español revolucionario ha de hacérsela
hoy mismo,
ahora mismo
y con sus propias manos.
Preparad los cuchillos,
aguzad las navajas,
calentad al rojo vivo los hierros.
Id a las fraguas.
Que os pongan en la frente el sello de la justicia.
Madres,
madres revolucionarias,
estampad este grito indeleble de justicia
en la frente de vuestros hijos.
Allí donde habéis puesto siempre vuestros besos más limpios.
(Esto no es una imagen retórica.
Yo no soy el poeta de la retórica.
Ya no hay retórica.
La revolución ha quemado
todas las retóricas.)
Que nadie os engañe más.
Que no haya pasaportes falsos
ni de papel
ni de cartón
ni de hojadelata.
Que no haya más disfraces
ni para el tímido
ni para el frívolo
ni para el hipócrita
ni para el clown
ni para el comediante.
Que no haya más disfracesv ni para el espía que se sienta a vuestro lado en el café,
ni para el emboscado que no sale de su madriguera.
Que no se escondan más en un indumento proletario esos que aguardan a Franco con
las últimas botellas de champán en la bodega.
Todo aquel que no lleve mañana este emblema español revolucionario, este grito de
¡Justicia! sangrando en la frente, pertenece a la Quinta Columna.
Ninguna salida ya
a las posibles traiciones.
Que no piense ya nadie
en romper documentos comprometedores
ni en quemar ficheros
ni en tirar la gorra a la cuneta
en las huídas premeditadas.
Ya no hay huídas.
En España ya no hay más que dos posiciones fijas e inconmovibles.
Para hoy y para mañana.
La de los que alzan la mano para decir cínicamente: "Yo soy un bastardo español"
y la de los que la cierran con ira para pedir justicia bajo los cielos implacables.
Pero ahora este juego de las manos ya no basta tampoco.
Hace falta más.
Hacen falta estrellas, sí, muchas estrellas,
pero de sangre,
porque la retaguardia tiene que dar la suya también.
Una estrella de sangre roja,
de sangre roja española.
Que no haya ya quien diga:
esa estrella es de sangre extranjera.
Y que no sea obligatoria tampoco.
Que mañana no pueda hablar nadie de imposiciones,
que no pueda decir ninguno que se le puso la pistola en el pecho.
Es un tatuaje revolucionario, sí.
Yo soy revolucionario,
España es revolucionaria,
Don Quijote es revolucionario.
Lo somos todos. Todos.
Todos los que sienten este sabor de justicia que hay en nuestra sangre y que se nos
hace hiel y ceniza cuando sopla el viento del norte.
Es un tatuaje revolucionario,
pero español.
Y heroico también.
Y voluntario además.
Es un tatuaje que buscamos sólo para definir nuestra fe.
No es más que una definición de fe.
Hay dos vientos hoy que sacuden furiosos a los hombres de España,
dos ráfagas fatales que empujan a los hombres de Valencia.
El viento dramático de los grandes destinos, que arrastra a los héroes a la victoria o
a la muerte,
y la ráfaga de los pánicos incontrolables que se lleva la carne muerta y podrida de los
naufragios a las playas de la cobardía y del silencio.
Hay dos vientos, ¿no los oís?
Hay dos vientos, españoles de Valencia.
El uno va a la Historia.
El otro va al silencio.
El uno va a la épica.
El otro a la vergüenza.
Responsables:
El gran responsable y los pequeños responsables:
Abrid las puertas,
derribad las vallas de los Pirineos.
Dadle camino franco
a la ráfaga amarilla de los que tiemblan.
Una vez más veré el rebaño de los cobardes huir hacia el ludibrio.
Una vez más veré en piara la cobardía.
Os veré otra vez
robándole el asiento
a los niños y a las madres.
Os veré otra vez.
Pero vosotros os estaréis viendo siempre.
Un día moriréis fuera de vuestra Patria. En la cama tal vez. En una cama de sábanas
blancas, con los pies desnudos (no con los zapatos puestos, como ahora se muere en España), con los pies desnudos y ungidos, acaso, con los óleos santos. Porque moriréis muy santamente, y de seguro con un crucifijo y con una oración de arrepentimiento en los labios. Estaréis ya casi con la muerte, que llega siempre. Y os acordaréis -¡claro que os acordaréis!- de esta vez que la huistéis y la burlásteis, usurpándole el asiento a un niño en un autobús de evacuación. Será vuestro último pensamiento. Y allá, al otro lado, cuando ya no seáis más que una conciencia suelta, en el tiempo y en el espacio, y cai gáis precipitados al fin en los tormentos dantescos -porque o creo en el infierno también- no os veréis más que así, siempre, siempre, siempre,
robándole el asiento a un niño en un autobús de evacuación.
El castigo del cobarde ya sin paz y sin salvación por toda la eternidad.
No importa que no tengas un fusil,
quédate aquí con tu fe.
No oigas a los que dicen: la huída puede ser una política.
No hay más política en la Historia que la sangre.
A mí no me asusta la sangre que se vierta,
a mí me alegra la sangre que se vierte.
Hay una flor en el mundo que sólo puede crecer si se la riega con sangre.
La sangre del hombre
está hecha no sólo para mover su corazón
sino para llenar los ríos de la Tierra,
las venas de la Tierra, y mover el corazón del mundo.
¡Cobardes: hacia los Pirineos, al destierro!
¡Héroes: a los frentes, a la muerte!
Responsables:
el grande y los pequeños responsables:
organizad el heroísmo,
unificad el sacrificio.
Un mando único. Sí.
Pero para el último martirio.
¡Vamos a la muerte!
Que lo oiga todo el mundo.
Que lo oigan los espías.
¿Qué importa ya que lo oigan los espías?
Que lo oigan ellos, los bastardos.
¿Qué importa ya que lo oigan los bastardos?
¿Qué importan ya todas esas voces de allá abajo,
si empezamos a cabalgar sobre la épica?
A estas alturas de la Historia ya no se oye nada.
Se va hacia la muerte...
y abajo queda el mundo de las raposas,
y de los que pactan con las raposas.
Abajo quedas tú, Inglaterra,
vieja raposa avarienta,
que tienes parada la Historia de Occidente hace más de tres siglos
y encadenado a Don Quijote.
Cuando acabe tu vida
y vengas ante la Historia grande
donde te aguardo yo,
¿qué vas a decir?
¿Qué astucia nueva vas a inventar entonces para engañar a Dios?
¡Raposa!
¡Hija de raposos!
Italia es más noble que tú.
Y Alemania también.
En sus rapiñas y en sus crímenes
hay un turbio hálito nietzscheano de heroísmo en el que no pueden respirar los mercaderes,
un gesto impetuoso y confuso de jugárselo todo a la última carta, que no pueden
comprender los hombres pragmáticos.
Si abriesen sus puertas a los vientos del mundo,
si las abriesen de par en par,
y pasasen por ellas la Justicia
y la Democracia Heroica del hombre,
yo pactaría con las dos para echar sobre tu cara de vieja raposa sin dignidad y sin amor
toda la saliva y todo el excremento del mundo.
¡Vieja raposa avarienta:
has escondido,
soterrado en tu corral,
la llave milagrosa que abre la puerta diamantina de la Historia...
No sabes nada.
No entiendes nada y te metes en todas las casas
a cerrar ventanas
y a cegar la luz de las estrellas!
Y los hombres te ven y te dejan.
Te dejan porque creen que ya se les han acabado los rayos a Júpiter.
Pero las estrellas no duermen.
No sabes nada.
Has amontonado tu rapiña detrás de la puerta, y tus hijos, ahora, no pueden abrirla
para que entren los primeros rayos de la aurora nueva del mundo.
Vieja raposa avarienta,
eres un gran mercader.
Sabes llevar muy bien
las cuentas de la cocina
y piensas que yo no sé contar.
Sí sé contar.
He contado mis muertos.
Los he contado todos,
los he contado uno por uno.
Los he contado en Madrid,
los he contado en Oviedo,
los he contado en Málaga,
los he contado en Guernica,
los he contado en Bilbao...
Los he contado en todas las trincheras,
en los hospitales,
en los depósitos de los cementerios,
en las cunetas de las carreteras,
en los escombros de las casas bombardeadas.
Contando muertos este otoño por el Paseo de El Prado, creí una noche que caminaba
sobre barro, y eran sesos humanos que tuve por mucho tiempo pegados a
la suela de mis zapatos.
El 18 de noviembre, sólo en un sótano de cadáveres, conté trescientos niños muertos...
Los he contado en los carros de las ambulancias,
en los hoteles,
en los tranvías,
en el Metro...,
en las mañanas lívidas,
en las noches negras sin alumbrado y sin estrellas...
y en tu conciencia todos...
Y todos te los he cargado a tu cuenta.
¡Ya ves si sé contar!
Eres la vieja portera del mundo de Occidente,
tienes desde hace mucho tiempo las llaves de todos los postigos de Europav y puedes dejar entrar y salir a quien se te antoje.
Y ahora, por cobardía,
por cobardía nada más,
porque quieres guardar tu despensa hasta el último día de la Historia,
has dejado meterse en mi solar
a los raposos y a los lobos confabulados del mundo
para que se sacien en mi sangre
y no pidan enseguida la tuya.
Pero ya la pedirán,
ya la pedirán las estrellas...
Y aquí otra vez,
aquí
en estas alturas solitarias.
Aquí,
donde se oye sin descanso la voz milenaria
de los vientos,
del agua y de la arcilla
que nos ha ido formando a todos los hombres.
Aquí, donde no llega el desgalitado vocerío de la propaganda mercenaria.
Aquí,
donde no tiene resuello ni vida el asma de los diplomáticos.
Aquí,
donde los comediantes de la Sociedad de Naciones no tienen papel.
Aquí, aquí
ante la Historia,
ante la Historia grande
(la otra,
la que vuestro orgullo de gusanos enseña a los niños de las escuelas,
no es más que un registro de mentiras
y un índice de crímenes y vanidades).
Aquí, aquí
bajo la luz de las estrellas,
sobre la tierra eterna y prístina del mundo
y en la presencia misma de Dios.
Aquí, aquí, aquí
quiero decir ahora mi última palabra:
Españoles,
españoles revolucionarios:
¡El hombre se ha muerto!
Callad, callad.
Romped los altavoces
y las antenas,
arrancad de cuajo todos los carteles que anuncian vuestro drama en las esquinas del mundo.
¿Denuncias? ¿Ante quién?
Romped el Libro Blanco,
no volváis más vuestra boca con llamadas y lamentos hacia la tierra vacía.
¡El hombre se ha muerto!
Y sólo las estrellas pueden formar ya el coro de nuestro trágico destino.
No gritéis ya más vuestro martirio.
El martirio no se pregona,
se soporta
y se echa en los hombros como un legado y como un orgullo.
La tragedia es mía,
mía,
que no me la robe nadie.
Fuera,
Fuera todos.
Todos.
Yo aquí sola.
Sola
bajo las estrellas y los Dioses.
¿Quiénes sois vosotros?
¿Cuál es vuestro nombre?
¿De qué vientre venís?
Fuera... Fuera... ¡Raposos!
Aquí,
yo sola. Sola,
con la Justicia ahorcada.
Sola,
con el cadáver de la Justicia entre mis manos.
Aquí
yo sola, sola
con la conciencia humana,
quieta,
parada,
asesinada para siempre
en esta hora de la Historia
y en esta tierra de España,
por todos los raposos del mundo.
Por todos,
por todos.
¡Raposos!
¡Raposos!
¡Raposos!
El mundo no es más que una madriguera de raposos y la Justicia una flor que ya no prende en ninguna latitud.
Españoles,
españoles revolucionarios.
¡Vamos a la muerte!
Que lo oigan los espías.
¿Qué importa ya que lo oigan los espías?
Que lo oigan ellos, los bastardos.
¿Qué importa ya que lo oigan los bastardos?
A estas alturas de la Historia
ya no se oye nada.
Se va hacia la muerte
y abajo queda el mundo irrespirable de los raposos y de los que pactan con los raposos.
¡Vamos a la muerte!
¡Que se despierte Valencia
y que se ponga la mortaja!...

Epílogo

Escuchad todavía...
Refrescad antes mis labios y mi frente... tengo sed...
Y quiero hablar con palabras de amor y de esperanza.
Oíd ahora:
la Justicia vale más que un imperio, aunque este imperio abarque toda la curva del Sol.
Y cuando la Justicia está herida de muerte y nos llama en agonía desesperada, no podemos decir:
"yo aun no estoy preparado".
Esto está escrito en mi Biblia,
en mi Historia,
en mi Historia infantil y grotesca,
y mientras los hombres no lo aprendan el mundo no se salva.
Yo soy el grito primero, cárdeno y bermejo, de las grandes auroras de Occidente.
Ayer, sobre mi sangre mañanera, el mundo burgués edificó en América todas sus factorías y mercados,
sobre mis muertos de hoy, el mundo de mañana levantará la Primera Casa del Hombre.
Y yo volveré,
volveré porque aun hay lanzas y hiel sobre la Tierra.
Volveré,
volveré con mi pecho y con la Aurora otra vez.


León Felipe

Juan José Hernández Arregui

A propósito de unos párrafos de su libro
Imperialismo y Cultura
publicado en 1957


En 1930... Los escasos avisos clasificados de los diarios con ofrecimientos de empleos promovían caravanas de postulantes, en su mayoría hombres jóvenes(...) la delincuencia aumentó bruscamente(...) La ciudad se entristeció. Se tornó callada. (...) En los suburbios la miseria proletaria veía crecer en los baldíos a los réprobos de la calle (..) entre imprecaciones del padre borracho y de la madre ajada (...) las pandillas quemaban los días grises del pobrerío entre el pequeño hurto o la abierta delincuencia. En Puerto Nuevo funcionaba la olla popular para los desocupados. El sentimiento de derrota (...) Se sabía en silencio, con resignación o con rabia, que el país no pertenecía a los argentinos. (Era una ciudad sin patria. (...) La ilusión de hipódromo como un resarcimiento y el amorío con las criadas del suburbio arbolado y pensativo, llenaba la pobre vida de los porteños sin empleo cercados por una fatalidad exterior que les cerraba el camino de la existencia. En esa atmósfera creció nuestro sentimiento de inferioridad y la fama de nuestra tristeza. (...) ese mundo artificial de objetos importados recordaba a los argentinos una incapacidad y era como el producto de una ciencia imposible para el país agropecuario (....) El porteño descubre gradualmente que ha sido víctima de una falacia. Los supuestos en que habían crecido sus ilusiones eran idolatrías.La riqueza del país no era suya. Y en ese desencanto latía la sospecha de un dolo espiritual. Esa conciencia de embaucamiento nación con el dolor de las pequeñas miserias cotidianas. (...) La "viveza" del porteño de aquellos días es puro adiestramiento escéptico y vigilante frente a una vida que no se deja asir. La categoría de "vago" nace en esos años y es el resultado no de una cualidad innata, sino de la falta de trabajo, del fracaso de los más débiles que se convierte en pérfido acatamiento de la necesidad. (...) Se percibe el estado colectivo de desesperanza, de refugio en la propia individualidad exasperada, de escepticismo frente el país.

Juan José Hernández Arregui

lunes

William Butler Yeats

A propósito de su poema
Moscas de largas zancas



Para que la civilización no se hunda,
perdida su gran batalla,
haz callar al perro, ata el potrillo
a un poste distante.
César, nuestro amo, se halla en la tienda
donde los mapas está desplegados,
sus ojos fijos en el vacío
y una mano bajo el mentón.
Como una mosca de largas zancas sobre el río
su mente se mueve en el silencio.

Para que las insuperables torres sean quemadas
y los hombres memoren el rostro,
muévete lo más suavemente posible, si debes hacerlo
en este solitario lugar.

Ella piensa, en parte mujer, tres parte niña,
que nadie la mira; sus pies
ensayan un paso de baile
aprendido en la calle.
Como una mosca de largas zancas sobre el río
su mente se mueve en el silencio.

Para que las muchachas púberes puedan encontrar
el primer Adán en su pensamiento,
cierra la puerta de la capilla papal,
mantén fuera esas niñas.
Ahí en el andamio está acostado Miguel Angel.
Sin más ruido que el que hacen los ratones
mueve su mano de un lado a otro.
Como una mosca de largas zancas sobre el río
su mente se mueve en el silencio.


William Butler Yeats


Versión de Alberto Girri

domingo

Pier Paolo Pasolini



A propósito de unos fragmentos de
su ensayo Casi un testamento
publicado en "Gente",
el 17 de noviembre de 1975 *


EL CAPITALISMO
El capitalismo es hoy en día el protagonista de una gran revolución interna: se está convirtiendo, revolucionariamente, en neocapitalismo.
En contradicción con lo que decía antes, podría afirmar que la revolución neocapitalista se presenta como competidora de las fuerzas mundiales que van a la izquierda. En cierto sentido, ella también se sitúa a la izquierda. Y, hecho insólito, yendo (a su manera) a la izquierda tiende a englobar todo lo que va a la izquierda. Ante este neocapitalismo revolucionario, progresista y uniformador, se experimenta un inaudito sentimiento (sin precedentes) de unidad del mundo.
¿Y por qué pasa esto? Porque el neocapitalismo coincide con la completa industrialización mundial y con la aplicación tecnológica de la ciencia. Todo esto es producto de la historia de la humanidad: de todos los hombres, no de este o de aquel pueblo en concreto. Y de hecho los nacionalismos tenderán, en un futuro próximo, a nivelarse bajo la presión de este neocapitalismo esencialmente internacional. De modo que la uniformidad del mundo (que de momento sólo se intuye) será una uniformidad efectiva de cultura, de formas sociales, de bienes y de consumo.
Yo espero, naturalmente, que en la competición que he mencionado no gane el neocapitalismo, sino que ganen los pobres. Porque yo soy un hombre antiguo, que ha leído a los clásicos, que ha recolectado las uvas en los viñedos, que ha contemplado la salida y la puesta del Sol sobre los campos, entre antiguos y fieles relinchos, entre benditos balidos; que después ha vivido en pequeñas ciudades que llevan en su espléndida imagen la impronta de las edades artesanales, en las que hasta una casa de labranza o un murete son obras de arte, y un riachuelo o una colina son suficientes para separar dos estilos y crear dos mundos. (Por lo tanto, no me interesa para nada un mundo uniformado por el neocapitalismo, es decir, por un internacionalismo engendrado, mediante la violencia, por la necesidad de la producción y del consumo).


MEJORAMIENTO DEL MUNDO
Un individuo solo que se proponga hacer algo para “el mejoramiento del mundo” es un cretino. En su mayor parte, los que trabajan públicamente para “un mejoramiento del mundo” acaban en la cárcel por estafa. Además, al final el mundo consigue integrar casi siempre a los herejes. Por ejemplo: las beatificaciones y las canonizaciones… Admítase que se canonice a Juan XXIII: helo ahí integrado, convertido en una estampita, exorcizado. Y no hay duda de que Juan XXIII contribuyó a un mejoramiento del mundo. Pero si alguien le hubiese preguntado: “Perdone, ¿usted contribuye al mejoramiento del mundo?”, se habría reído del entrevistador, o a lo mejor lo habría mandado al diablo; y seguramente después habría dicho para sí, sonriendo: “Hago lo que puedo”.
En realidad, el mundo no mejora nunca. La idea del mejoramiento del mundo es una de esas ideas-coartada con las que se consuelan las conciencias infelices o las conciencias obtusas (incluyendo en esta clasificación también a los comunistas cuando hablan de “esperanza”). Así pues, una de las maneras de ser útil al mundo es decir clara y rotundamente que el mundo no mejorará nunca, y que sus mejorías son metahistóricas: se producen en el momento en que alguien afirma una cosa real o cumple un acto de valentía intelectual o cívica. Sólo la suma (imposible) de esas palabras y esos actos produciría un mejoramiento concreto del mundo. Y sería el paraíso y la muerte.
El mundo, por el contrario, lo que sí puede hacer es empeorar. Y es por eso por lo que hay que luchar continuamente: y luchar, además, por un objetivo mínimo, es decir, por la defensa de los derechos civiles (cuando se hayan obtenido a través de anteriores luchas). Los derechos civiles están constantemente amenazados, constantemente en peligro de ser suprimidos. Es necesario, pues, luchar para crear nuevos modelos de sociedad, en los que el programa mínimo de los derechos civiles esté garantizado. Por ejemplo, una sociedad auténticamente socialista.


PACIFISMO
No soy pacifista por naturaleza, sino por elección



Pier Paolo Pasolini


* Pier Paolo Pasolini murió, asesinado, el 2 de noviembre de 1975 (Nota de la editora)

Fuente: http://www.pasolini.net/

viernes

Ernesto Sabato

A propósito de su texto
Apeirón*
incluido en Uno y el Universo (1945)



Tapa del libro
publicado en 1945


Se nos dice que este imperfecto Universo en el que vivimos está formado por una única sustancia que se transmuta sin cesar, asumiendo transitoriamente la forma de árboles, criminales y montañas. Como un artista insatisfecho que destruye siempre su obra, este proceso intenta copiar un Universo Fantástico, donde el movimiento no existe, un Universo donde está el Árbol, el Animal, la Justicia, Sócrates, y el Triángulo. Todos estos objetos son inalterables, incorruptibles porque el tiempo no pasa por ellos, el tiempo que todo lo corrompe y todo lo transforma, el tiempo que quizá es la corrupción y la transformación.
De modo que las cosas, las muertes, los amores del universo cotidiano son como aproximaciones groseras de esos Objetos Fantásticos. Y aunque nunca los hemos visto, creemos que existen en alguna parte. Creemos, por ejemplo, en la eternidad de algo que llamamos el Árbol, que una idea fija, cristalizada, a la que tímidamente se acerca, con riesgos y cuidados, un montón de partículas universales, que antes eran sal, montaña y agua. Este frágil ser vacila y muere antes d haber alcanzado aquel estado ideal, porque parece como si la naturaleza fuera enemiga de las cosas puras e incorruptibles. Y así la piedra se transmuta en árbol, el hidrógeno en oxígeno, Platón en Aristóteles, el amor en odio, el criminal en santo.


Ernesto Sabato


Antología publicada en 1969 por SUR,
a pedido de Victoria Ocampo


"Hace ya quizás unos 15 años, cuando conocí a un hijo suyo, que ya debe estar cerca de los 20, y a su mujer, por aquel lugar creo que llamado Cabalango, en Carlos Paz, y después, cuando leí su libro Uno y el universo, que me fascinó, no pensaba que fuera Ud. -poseedor de lo que para mí era lo más sagrado del mundo el título de escritor- quien me pidiera con el andar del tiempo una definición..."

Ernesto Ché Guevara
(en una carta a Sabato escrita en 1960)



* τὸ ἄπειρον: ilimitado, infinito, inmenso, innumerable; inextricable. (Nota de la editora)

lunes

Jean-Luc Godard

A propósito de su
Carta a mis amigos para aprender a hacer cine juntos




Yo juego
Tu juegas
Nosotros jugamos
Al cine
Tú crees que hay
Una regla del juego
Pero no la hay
Y crees entonces que no la hay
Cuando hay precisamente
Una regla del juego
Porque tú eres un niño
Que no sabe todavía
Que es un juego y que está
Reservado a las personas mayores
De las que tú formas parte ya
Porque has olvidado
Qué es un juego de niños
En qué consiste
Hay varias definiciones
He aquí dos o tres
Mirarse
En el espejo de los otros
Olvidar y saber
De prisa y lentamente
El mundo
En sí mismo
Pensar y hablar
Curioso juego
Es la vida.



Jean-Luc Godard

domingo

Roberto Manuel Suárez

A propósito de su poema
Tengo un pájaro cantor,
escrito el 25 de octubre de 1996


Tengo un pájaro cantor
que hace su nido en la parra,
y con su canto desgarra
al alba, sangre y rubor.
Con delirante candor,
junto con su compañera
lleva alimento que espera
el nido con sus pichones.

Tengo un pájaro cantor
que hace su vida en la parra.

Y luego, su pecho llena,
lanza el trino jubiloso,
y en un canto melodioso
nos cuenta su dicha plena.
Dios lo puso en mi camino,
con su modo de enseñar,
la búsqueda del destino,
que algún día ha de llegar...

Tengo un pájaro cantor
que hace su vida en la parra.


Roberto Manuel Suárez

sábado

José Martí

A propósito de su poema
Mi verso al valiente agrada




Si ves un monte de espuma es mi verso lo que ves.
Es mi verso lo que ves,
Si ves un monte de espuma es mi verso lo que ves.
Si ves un monte de espuma es mi verso lo que ves.
Es mi verso lo que ves,
mi verso es un monte y es un abanico de plumas.
mi verso es un monte y es un abanico de plumas.

Mi verso al valiente agrada.
Mi verso breve y sincero
es del vigor del acero
con que se funde la espada.

Yo vengo de todas partes y hacia todas partes voy.
Y hacia todas partes voy.
Yo vengo de todas partes y hacia todas partes voy.
Yo vengo de todas partes y hacia todas partes voy.
Y hacia todas partes voy.
Arte soy entre las artes y en los montes monte soy.
Arte soy entre las artes y en los montes monte soy.

Mi verso al valiente agrada.
Mi verso breve y sincero
es del vigor del acero
con que se funde la espada.

Mi verso es de un verde claro y de un carmín encendido.
Y de un carmín encendido.
Mi verso es de un verde claro y de un carmín encendido.
Mi verso es de un verde claro y de un carmín encendido.
Y de un carmín encendido.
Mi verso es un ciervo herido que busca en el bosque amparo.
Mi verso es un ciervo herido que busca en el bosque amparo.

Mi verso al valiente agrada.
Mi verso breve y sincero
es del vigor del acero
con que se funde la espada.

Mi verso es como un puñal que por el puño hecha flor.
Que por el puño hecha flor.
Mi verso es como un puñal que por el puño hecha flor.
Mi verso es como un puñal que por el puño hecha flor.
Que por el puño hecha flor.
Mi verso es un surtidor que da un agua de coral.
Mi verso es un surtidor que da un agua de coral.

Mi verso al valiente agrada.
Mi verso breve y sincero
es del vigor del acero
con que se funde la espada.

José Martí

Julio Cortázar

A propósito de su letra de la canción
Llorá argentino,
que musicalizó Alberto Favero y
aparece en el disco
Nacha Guevara Mezzo Soprano (1969)



Y, si el llanto te viene a buscar,
agárralo de frente.
bebe entero el copetín de lágrimas legítimas.
Llorá argentino, llorá por fin
un llanto de verdad.

Llorá las desgracias que creías ajenas,
la soledad al pie de un río,
la culpa de la paz sin mérito,
la siesta de barrigas rellenas
de pan dulce...

Llorá tu infancia envilecida
por el cine y la radio.
Tu adolescencia en las esquinas,
La patota, el amor sin recompensa,
llorá el escalafón, el campeonato,
el bife vuelta y vuelta.

Llorá tu nombramiento, tu diploma.
que te encerraron en la prosperidad o en la desgracia.
que en la llanura más inmensa te estaquearon
a un terrenito que pagaste en cuotas trimestrales.

Llorá argentino, llorá por fin
un llanto de verdad.

Julio Cortázar

Cortesía de http://www.geocities.com/lanachaguevara/discos.html



viernes

Concurso

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español

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Homero Manzi

A propósito de su poema
42 versos a la Facultad de Derecho





La Facultad de Derecho es una casa vieja.
La trajeron —pretendo— de Lovaina o de Lieja
en una tarde fría y otoñal,
y en la ciudad ruidosa
fue un asombro ojival.
En su torre, doliente como un sueño inconcluso,
dialogaron sus noches porteñas y los vientos
con silbidos de jarcias y con lamentos
de gatos lunáticos y confusos.
Una luna porteña, que remontó en la esquina,
barrilete nocturno de arrabal,
caloteó dos palomas en Puente Alsina
y las tiró por su ventanal.
Palomas proletarias que hicieron nido con sus ladrillos,
igual que en los tejados de las aldeas,
igual que en la techumbre del conventillo.
Y la extranjera consistorial
ensayó un paso en la cuerda floja de la emoción,
cuando la plateada galleta marinera
con corazón de pan
le tiró las monedas de su amor,
y en la resurrección sensiblera le brotó un corazón
que en sístoles de huelgas
y en diástoles de gritas
efectúa la cardíaca revolución.
Corazón que practica la leyenda hipocrática de dormir a la izquierda,
hecho con las estrías de cien muchachos locos
que sueñan con la paz
y que hacen la simbiosis
—pampeanamente rara—
de Yrigoyen y Marx
...............................................................................
Pero está cerca el día de los tejados muertos,
el día de la buena ración,
cuando se vuelen las palomas
y se detenga el corazón.
Entonces esa luna de arrabal
se quedará en el cielo del almacén,
y la extranjera consistorial
volverá a ser un asombro municipal.
Que así no sea.
Amén.

Homero Manzi

Fuente: Homero Manzi y su tiempo de Horacio Salas, tomado de mi archivo personal, poema inédito en vida de Manzi.

José Ortega Y Gasset

A propósito de
Conversación en el golf o la idea del dharma
(escrito en 1926)



Yo no pretendo que el burgués abandone su moral; sólo pediría que me deja a mí la mía. Esta coexistencia de mandamientos diversísimos es la que expresa el hinduismo con el dharma. Dentro de la religión hindú caben todas las creencias, todas las doctrinas; el hinduismo no es dogmático. Sólo hay una cosa cuya aceptación exige: el cumplimiento de los deberes rituales. Cada casta tiene un repertorio de acciones permitidas y obligadas, un dharma, a que es forzoso ajustarse, porque constituye la ley última del universo. Cada individuo puede llegar a la perfección dentro de su dharma, y no puede llegar a ella por ningún otro camino. El brahmán tiene su moral de meditación y de ascetismo, como el ksatriya o guerero tiene la suya de fiereza y combate. Los dioses mismos están sometidos a un riguroso régimen; tienen que portarse como dioses. Lo ilícito es cometer la transgresión de un dharma y pasarse al ajeno, como no sea por vía de sacrificio. El acto indebido acarrea inexorablemente la reencarnación en una especie inferior. No se diga que no es ésta una moral rigorosa. Desde el comienzo de los tiempos, como realidad última del universo, como lo único que da a éste consistencia indestructible, se hallan prescritos los deberes rituales de cada tipo humano. El dios Brahma enseñó la gigantesca lista de normas vitales a los demás dioses, y la expuso en cien mil capítulos, según nos refiere en el Mahabharata. En vez de instaurar un solo perfil de corrección moral, anulando la riqueza del cosmos, el hindú respeta y acepta la maravillosa pluralidad del mundo, y en principio, como indica Weber, admite una moral para el ladrón y la prostituta. En cambio, no permite ningún desliz dentro de cada estatuto moral. (...) No hay escape posible. El viejo poema lo dice bellamente: "Como entre mil vacas el ternero encuentra a su madre, así el pecado cometido una vez persigue eternamente a su autor". Pues bien, amigo mío: el dharma de usted es jugar al golf, como el mío es un dharma de escritura y conversación.

José Ortega y Gasset

jueves

Hermann Hesse

A propósito de
El lobo estepario


El hombre no es de ninguna manera un producto firme y duradero, es más bien un ensayo y una transición; no es otra cosa sino el puente estrecho y peligroso entre la naturaleza y el espíritu.

No quiere saber que el desesperado apego al yo, el desesperado no querer morir, es el camino más seguro para una muerte eterna, en tanto que saber morir, rasgar el velo del arcano, ir buscando eternamente mutaciones al yo, conduce a la inmortalidad.



Yo voy, lobo estepario, trotando
por el mundo de nieve cubierto;
del abedul sale un cuervo volando,
y no cruzan ni liebre ni corzas el campo desierto.


Me enamora una corza ligera,
en el mundo no hay nada tan lindo y hermoso;
con mis dientes y zarpas de fiera
destrozará su cuerpo sabroso.


Y volviera mi afán a mi amada,
en sus muslos mordiendo la carne blanquísima
y saciando mi sed en su sangre por mí derramada
para aullar luego en la noche tristísima.


Una liebre bastara también a mi anhelo;
dulce sabe su carne en la noche callada y oscura.
¡Ay! ¿Por qué me abandona en letal desconsuelo
de la vida la parte más noble y más pura?


Vetas grises adquiere mi rabo peludo;
voy perdiendo la vista, me atacan las fiebres;
hace tiempo que estoy sin hogar y viudo
y que troto y que sueño con corzas y liebres


que mi triste destino me ahuyenta y espanta.
Oigo al aire soplar en la noche de invierno,
hundo en nieve mi ardiente garganta,
y así voy llevando mi mísera alma al infierno.


Pero lo que más me hacía falta, por lo que más suspiraba tan desesperadamente, no era saber y comprender, sino vida, decisión, sacudimiento e impulso.
Si para divertirte necesitas el permiso de los demás, entonces eres verdaderamente un pobre diablo.
Se encontraba atado y deslumbrado por lo que viene usted llamando su personalidad. Sin duda ha adivinado usted hace mucho que el dominio del tiempo, la redención de la realidad y cualesquiera que sean los nombres que haya dado a sus anhelos, no representan otra cosa que el deseo de desprenderse de su llamada personalidad. Ésta es la cárcel que lo aprisiona.


Hay momentos en los que toda una generación se encuentra extraviada entre dos épocas, entre dos estilos de vida, de tal suerte, que tiene que perder toda naturalidad, toda norma, toda seguridad e inocencia. Es claro que no todos perciben esto con la misma intensidad. Una naturaleza como Nietzsche hubo de sufrir la miseria actual con más de una generación por anticipado; lo que él, solitario e incomprendido, hubo de gustar hasta la saciedad, lo están soportando hoy millones de seres.



Hermann Hesse

miércoles

Albert Camus

A propósito de los primeros conceptos
que vierte en El hombre rebelde


Hoy en día la ideología sólo niega a los otros, los únicos engañadores.
Entonces se mata.

Si no se cree en nada, si nada tiene sentido y no podemos afirmar valor alguno, todo es posible y nada tiene importancia.
Maldad y virtud son azar o capricho.


Se dedidirá entonces no obrar; lo que equivale por lo menos a aceptar el asesinato de otro.

Se imaginará también reemplazar la acción por el diletantismo trágico; y en ese caso, la vida humana se convierte en una apuesta.

Finalmente, uno puede proponerse emprender una acción que no sea gratuita, por falta de un valos superior que oriente la acción: uno se dirigirá en el sentido de la eficacia inmediata.

Entonces, debemos prepararnos para matar.

Vivir es en sí un juicio de valor.
Toda filosofía de la no-significación vive de una contradicción por el hecho mismo de expresarse.
El hablar repara.
La única actitud coherente fundada en la no-significación sería el silencio, si el silencio, a su vez, no significase.
De cierta manera, el absurdo que pretende expresar el hombre en su soledad le hace vivir ante un espejo.
El desgarramiento inicial corre entonces el peligro de hacerse agradable.
La llaga que se rasca con tanta solicitud termina causando placer.
"Son mis enemigos -dice Nietzsche-
quienes quieren derribar y no construir"
Lo absurdo, considerado como regla, es contradictorio.
Yo grito que no creo en nada y que todo es absurdo, pero no puedo dudar de mi grito y tengo que creer por lo menos en mi protesta.
La primera y la única evidencia que me es dada así, dentro de la experiencia absurda, es la rebelión.
Su preocupación (la del que se rebela) consiste en transformar.
Pero transformar es obrar, y obrar será mañana matar, cuando no sabe si el asesinato es legítimo.
Engendra justamente las acciones cuya legitimación se le pide.
Por lo tanto, es necesario que la rebelión extraiga las razones de sí misma, pues no puede extraerlas de ninguna otra parte.
Es necesario consentir en examinarse para aprender a conducirse.

El hombre es la única criatura que se niega a ser lo que es.

La cuestión de los otros y de sí mismo, si toda rebelión debe terminar en justificación del asesinato universal, o si. por el contrario, sin pretender una inocencia imposible, puede descubrir el principio de una culpabilidad razonable.

Albert Camus

Alfonsina Storni

A propósito de su poema
La inquietud del rosal






El rosal en su inquieto modo de florecer

va quemando la savia que alimenta su ser.

¡Fijaos en las rosas que caen del rosal:

Tantas son que la planta morirá de este mal!

El rosal no es adulto y su vida impaciente

se consume al dar flores precipitadamente.


Alfonsina Storni

Jean-Paul Sartre

A propósito de ¿Qué es escribir?


El escritor es un hablador.

Y el hablador es un puro testigo que resume en una palabra su contemplación inofensiva. Hablar es actuar: toda cosa que se nombra ya no es completamente la misma; ha perdido su inocencia.

Si se nombra la conducta de un individuo, esta conducta queda de manifiesto ante él; este individuo se ve a sí mismo; se sabe visto al mismo tiempo que se ve. Después de esto, su gesto, furtivo, olvidado, queda recuperado. Entonces el individuo deberá decidir si actuará de la misma manera por convicción, cambiará, o insistirá en su conducta por obstinación.

Así, al hablar, descubro la situación por mi mismo propósito de cambiarla; la alcanzo en pleno corazón, la atravieso y la dejo clavada bajo la mirada de todos; ahora, decido; con cada palabra que digo, me meto un poco más en el mundo y, al mismo tiempo, salgo de él un poco más, porque lo paso en dirección al porvenir.

El escritor "comprometido" sabe que la palabra es acción; sabe que revelar es cambiar y que no es posible revelar sin proponerse el cambio.

El escritor ha optado por revelar el mundo y especialmente el hombre a los demás hombres, para que éstos, ante el objeto así puesto al desnudo, asuman todas sus responsabilidades.

De nadie se supone que ignora la ley porque hay un código y la ley es una cosa escrita; después de esto, cada cual puede infringir la ley, pero a sabiendas de los riesgos que corre.

Del mismo modo, la función del escritor consiste en obrar de modo que nadie pueda ignorar el mundo y que nadie pueda ante el mundo decirse inocente.

Jean-Paul Sartre

Miguel Hernández

A propósito de un poema suyo:
Madre España

Apunte al natural
tomado por
Antonio Buero Vallejo
en la cárcel de Ocaña
1940


Abrazado a tu cuerpo como el tronco a su tierra,
con todas las raíces y todos los corajes,
¿quién me separará, me arrancará de ti,
madre?

Abrazado a tu vientre, ¿quién me lo quitará,
si su fondo titánico da principio a mi carne?
abrazado a tu vientre, que es mi perpetua casa,
¡nadie!

Madre: abismo de siempre, tierra de siempre: entrañas
donde desembocando se unen todas las sangres:
donde todos los huesos caídos se levantan:
madre.

Decir madre es decir tierra que me ha parido;
es decir a los muertos: hermanos, levantarse;
es sentir en la boca y escuchar bajo el suelo
sangre.

La otra madre es un puente, nada más, de tus ríos.
El otro pecho es una burbuja de tus mares.
Tú eres la madre entera con todo su infinito,
madre.

Tierra: tierra en la boca, y en el alma, y en todo.
Tierra que voy comiendo, que al fin ha de tragarme.
Con más fuerza que antes, volverás a parirme,
madre.

Cuando sobre tu cuerpo sea una leve huella,
volverás a parirme con más fuerza que antes.
Cuando un hijo es un hijo, vive y muere gritando:
¡madre!

Hermanos: defendamos su vientre acometido,
hacia donde los grajos crecen de todas partes,
pues, para que las malas alas vuelen, aún quedan
aires.

Echad a las orillas de vuestro corazón
el sentimiento en límites, los efectos parciales.
Son pequeñas historias al lado de ella, siempre
grande.

Una fotografía y un pedazo de tierra,
una carta y un monte son a veces iguales.
Hoy eres tú la hierba que crece sobre todo,
madre.

Familia de esta tierra que nos funde en la luz,
los más oscuros muertos pugnan por levantarse,
fundirse con nosotros y salvar la primera
madre.

España, piedra estoica que se abrió en dos pedazos
de dolor y de piedra profunda para darme:
no me separarán de tus altas entrañas,
madre.

Además de morir por ti, pido una cosa:
que la mujer y el hijo que tengo, cuando pasen,
vayan hasta el rincón que habite de tu vientre,
madre.



Miguel Hernández

Ilustración: www.enorihuela.com

martes

Raquel Robles

A propósito de su libro
Perder



El dolor que padecimos
es la arcilla sobre la que
tenemos que trabajar.


Raquel Robles



Simone de Beauvoir

A propósito del Prólogo y la Primera Parte
de su libro
La plenitud de la vida



Nunca olvidé los llamados que, adolescente, dirigí a la mujer que iba a reabsorberme en ella, cuerpo y alma: no quedaría nada de mí, ni siquiera una pizca de cenizas; le suplicaba que me arrancara un día de esa nada en la que me había sumergido. Quizá mis libros sólo hayan sido escritos para permitirme el logro de ese antiguo ruego.

Mi primer movimiento fue atrincherante detrás de mis libros; pero no, no traen ninguna respuesta: son ellos los que plantean el conflicto. Yo quería a la vez mucho menos y mucho más.

Si un individuo se expone con sinceridad todo el mundo está más o menos en juego. Imposibleencender una luz sobre su vida sin iluminar más o menos la de los demás.

No prejuzgo nada, salvo que toda verdad puede interesar y servir.

Simone de Beauvoir en 1929

Lo primero que me deslumbró cuando llegué a París en setiembre de 1929 fue primeramente mi libertad.

Sólo las cosas que me eran accesibles y sobre todo las que tocaba cobraban su peso de realidad; yo me daba tan enteramente a mis deseos, a mis placeres, que no me quedaba nada para gastar en ansias vanas.


Una no nace, sino que deviene mujer.

Simone de Beauvoir

Ilustración:: elpdlp.com

jueves

Pierre Paolo Pasolini

A propósito de su poema
Teorema





Podemos anotar los cambios del humo
mientras se retuerce y toma forma,
pero no podemos ser el humo
ni adquirir su gracia transparente.
Cómo corre.
Y nos caracteriza la mirada,
el contemplar sin ser, siempre de afuera,
paralizando lo que se eleva.
Dibujamos alas con cadenas.
Qué pena.
Los alquimistas de la palabra
en varias lenguas y momentos
hemos dado testimonio, con lamentos
de suprema elegancia.
Vorazmente nos hemos arrojado
sobre los humos que se nos escapan
y los hemos capturado entre los dedos
pero no en la sustancia.
La perfección formal de la espiral
nos humedece con pélvico deleite
y extáticos movemos las caderas
cuando el humo se vierte.
Podemos anotar los cambios del humo
cuando acorralamos al minuto elusivo
y tras él subimos escaleras,
ambos pies plantados en el aire,
con donaire.
Y nos caracteriza la mirada:
al mirar cambiamos de osamenta
y más livianos que el humo traspasamos.
Dibujamos los cuerpos como puertas
entreabiertas.

Pier Paolo Pasolini

Cortesía de un blog para recomendar:
Los espíritus de la noche
Gracias, Luz de Luna

lunes

George Bernard Shaw

A propósito de mi gusto por
la aguda y certera ironía de
George Bernard Shaw


Pablo Picasso & Guernica

A propósito de mi predilección por esta obra de Picasso
y de la necesidad de paz con la que se ha iniciado el año 2009

Pablo Picasso
Guernica
1937

Guernica es el nombre de un famoso cuadro de Pablo Picasso, que tiene como motivo el bombardeo de Guernica. El Gobierno de la República Española encargó a Picasso un cuadro que decorara el Pabellón Español durante la Exposición Internacional de 1937 en París. Picasso realizó un cuadro cubista expresando su visión del bombardeo y lo llamó Guernica. Ha pasado a ser una obra fundamental en la historia de la pintura española y mundial.
El
27 de abril de 1937 se informó que la ciudad de Guernica había sido arrasada por diversas bombas de hasta media tonelada y que la gente había muerto por las ametralladoras de los cazas. Picasso, al enterarse, empezó el 1 de mayo de 1937, el 8 de mayo se introdujo la madre y el caballo y el 11 de mayo empezó en el lienzo definitivo hasta el 4 de junio.
La austeridad cromática conviene al tema del cuadro. La primera imagen que Picasso recibió del bombardeo fue a través de los periódicos franceses, lo que propicia la teoría de que interiorizó el horror que ello supuso, reflejándolo con tonos negros y blancos.
El 10 de septiembre de 1981 el Guernica vuelve a España procedente del Museo de Arte Moderno de Nueva York junto a los 23 bocetos que lo completan.
Fue voluntad del autor que esta obra suya estuviera en el
Museo del Prado, tras una breve estancia en el Casón del Buen Retiro fue trasladada al Museo Reina Sofía en Madrid, España donde se encuentra en exposición permanente.


No, la pintura no está hecha para decorar las habitaciones. Es un instrumento de guerra ofensivo y defensivo contra el enemigo. (
Pablo Picasso)




Fuente: es.wikipedia.org